
Mercedes Mesa como Julia encuentra
empatías con Jorge Luis Sardinas en su personaje de Juan, logrando ambos una
organicidad en sus diálogos, que parecen ser sacados de la calle ahora mismo.
Su gestualidad natural ayuda a crear la ilusión de realidad en escena, con
personajes calcados de la vida. Completa la tríada Yamara Pereira quien asume a
su Cristina desde la parquedad, logrando un personaje que brilla en los
momentos climáticos de la obra y tiene la virtud de pasar a segundo plano
cuando se requiere.
La dirección de Juan G. Jones ha
logrado liberarse del tour de force
que un clásico pudiera plantear para cualquier creador. Aparte de la adaptación
de La señorita Julia a una Cuba
contemporánea su mérito reside en echar mano de herramientas vivas que dialoguen
en realidad con el sector más joven de la sociedad, con recursos expresivos multimediales
adaptados para el teatro: pantallas, celulares, redes sociales…creando un
espacio de diálogo, en tanto se apropia del lenguaje “joven” manejado por
nuestros milenials. He aquí la vida que se percibe en Julia, que hace posible ver el teatro en lugares comunes, que la
plaza cívica que es el teatro se haga palpable en cualquier espacio público. Quisiera
ver Julia presentada ante muchos
jóvenes cubanos, como hace años deseé lo mismo con la Antígona de Yerandy Fleites dirigida por Pedro Franco, que invitaba
a los espectadores a comprar café de a peso y a hacerse selfies con los actores.
Ambas apropiaciones teatrales –Julia
y Antígona- despiden esa soltura
escénica, ese afán de anieblar los límites teatrales en pos de una ficción que
persigue conmover a un espectador, llegando a él, utilizando sus códigos,
apropiándose del kitsch, lo banal e incluso del reguetón si hiciera falta.
Este
proyecto que bajo el nombre de Caminos Teatro, se ha desgajado del avileño
Teatro Primero, ha dado con Julia un
importante paso en pos de marcar su territorio de acción. Se trata de un teatro
difícil, en cuanto no es complaciente con el espectador y trae a colación temas
candentes, para ello se emplea a fondo en sus investigaciones, cosa que se ha
hecho evidente tras vivenciar Julia.
Como espectadora no me queda más que desearles muchos años de trabajo efectivo
donde se mantenga el diálogo con los espectadores.
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