Al frente de Compañía
del Cuartel, Sahily Moreda trae a las tablas del Teatro Raquel Revuelta 24 horas viraje. El texto de la
dramaturga argentina Gilda Bona, que en 2012 obtuviera el Premio escritura de
la diferencia, cuenta ya con varios montajes en América Latina y con excelentes
referencias por parte de la crítica. Se trata de un texto escrito por una mujer
para ser interpretado y sobre todo entendido a cabalidad por mujeres, abordando
en todo momento con su ritmo vertiginoso los deseos y juegos de apariencia
femeninos en una época de feminismos y toda suerte de liberaciones espirituales.
Betina es
despertada a las tres de la mañana por el timbre de su teléfono; su marido ha muerto
en un accidente y debe ir al hospital junto con su hijo adolescente. Allí, en
los diferentes espacios de la institución tendrá lugar su aventura de
enfrentamiento a la burócrata “ancha” de admisión, de escarceo amoroso con el
joven médico de guardia, de enterar al amante de su marido de la muerte de este,
todo esto sazonado con inyecciones de haloperidol… el mundo parece girar
alrededor de Betina de manera angustiosa, en tanto su narración en primera
persona ofrece pinceladas divertidas sobre su modo de enfrentarlo y ver todo en
su entorno.
Para la puesta,
Moreda ha convertido a Betina en un personaje plural, esta vez con las
actuaciones de una nueva tríada de excepcionales actrices: Annalié Quero, Aymeé
Reinoso y Neisy Alpízar. Con ello dota a Betina de una multiplicidad de voces,
de reacciones sobre los mismos hechos ocurridos en escena y a su vez, de
distintos matices al interpretar cada actriz la variedad de personajes que
intervendrán en la historia.
El diseño de
vestuario apuesta por la uniformidad de las tres actrices, caracterizadas con
vestidos de señora, medias largas y moños altos como mujeres de familia,
recatadas en su vestir, elegantes en sus formas. Este vestuario de tonos
sosegados sufrirá junto a las actrices los desmanes de las aventuras de Betina en el hospital;
terminarán manchados de vino, arrugados en tanto ella llegará descalza y
desaliñada a concluir sus 24 horas de cambio; símbolo externo del descalabro de
sus apariencias sociales.
La economía de
objetos escogida —apenas tres sillas plegables de madera, un teléfono, un
espejo— es la provocación perfecta para convertir el escenario vacío en un
espacio polisémico, en el que basta la expresión corporal y la expresividad de
cada actriz para dibujar con precisión el área a su alrededor, y dar vida a los
personajes que intervienen. Un televisor proyectará a manera de preámbulo
varias imágenes solapadas de anuncios en revistas de modas; este recurso fuera
de contribuir al desarrollo dramático de la obra, tiene como fin el de
introducir a los espectadores en la zona ideotemática que aborda 24 horas viraje: el juego de apariencias
de Betina que es a la vista de todos un mundo perfecto, mientras que su
interior se desmorona, en tanto vive perfectamente de acuerdo a los valores
sociales.
Sahily Moreda
consigue con 24 horas… llevar a
escena una de las comedias más indelebles de la escena más reciente en Cuba,
marcada por un estilo cambiante y farsesco, propone un juego escénico que
permite respirar al ritmo trepidante de la obra, colocando textos repetitivos
en contextos escénicos hilarantes como la orgía-tango en escena mientras el
personaje tiene sexo con el médico, la borrachera, la discusión con la
funcionaria frente a un ventilador para lograr efectos con la voz, la
“declamación” del hijo, la inclusión del público para leer parte del libreto…son
todos recursos puestos en juego para sustentar la narración de Betina.
Abandona una la
sala con la misma alegría que embarga a la protagonista en el final, sintiendo
esa felicidad, ese sabor dulce que deja en la boca una obra tan fresca, tan
genuinamente asumida por sus creadores de cara al mundo moderno, donde la mujer
es ya libre, pero a veces no tanto.
24 horas viraje continuará durante todos los
sábados y domingos de agosto en el teatro Raquel Revuelta siempre a las 8:30 de
la noche.
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