Papote, el clown que conocemos de anteriores entregas de Teatro Tuyo como La estación o Caras blancas, se ha convertido para Pum en
vendedor de globos. Esta obra toma como tema central una de las artes
cultivadas por los payasos de fiestas y ferias con el objetivo de
sorprender: la globoflexia.
De su carro colocado en el centro del escenario, Papote saca globos coloridos que ofrece a la gente, en lo que parece un suceso posible en cualquier espacio de diversión donde acuda toda la familia. Sin embargo, esta escena aparentemente común y que pudiera ser alegre, tiene un trasfondo neurálgico: Papote es un payaso de estos tiempos, que halla en su público simpatías al ponerle un precio inusitado a sus globos, se ridiculiza constantemente al hacer equivaler su producto a una cuasi fortuna en la Cuba de hoy.
De su carro colocado en el centro del escenario, Papote saca globos coloridos que ofrece a la gente, en lo que parece un suceso posible en cualquier espacio de diversión donde acuda toda la familia. Sin embargo, esta escena aparentemente común y que pudiera ser alegre, tiene un trasfondo neurálgico: Papote es un payaso de estos tiempos, que halla en su público simpatías al ponerle un precio inusitado a sus globos, se ridiculiza constantemente al hacer equivaler su producto a una cuasi fortuna en la Cuba de hoy.
La bondad del payaso estriba además en
su inocencia respecto al dinero. Su tenacidad para hacer pagar al
público 200 CUC por cada globo es tierna a la vez que hilarante, pues
recurre incluso al engaño cuando regala y luego exige dinero a cambio.
He ahí uno de los grandes motivos de la obra: cada escena que compone la
gran obra que es Pum tendrá como objetivo demostrar al
público la valía del producto ofertado. Y claro, es que Papote no nos
vende solo balones de látex llenos de aire, vende una herramienta para
la imaginación, vende las miles de posibilidades, vende historias…Sus
globos son objetos que animados en escena por Ernesto Parra cobran
dimensiones, significados inusitados.
En este sentido una de las escenas más
memorables es aquella en la que el actor anima un sencillo globo
cilíndrico con el que se ha hecho un círculo dejando una parte suelta y
comienza a narrar con él. El globo es el timón de un carro con la
palanca de cambios, cuando comienza la lluvia la palanca se convierte en
limpiaparabrisas, al chocar el timón es entonces el halo del ángel en
la que se ha convertido el hombre.
La animación de objetos en esta obra
tiene el valor de una resemantización constante de un producto en
apariencia conocido ya por todos, otorgando significados nuevos mediante
al uso lúdico de los mismos. De ahí que un globo tubular transite por
una amplísima gama de objetos, desde un cepillo de dientes, una raqueta…
que un simple globo de fiesta, de esos que hemos conocido desde niños
sea ahora la cabeza de una chica, y que esta chica baile y se “niegue” a
besar a Papote. En fin, que aquellos elementos que como público nos han
acompañado durante toda la vida, regresan ahora al escenario de Teatro
Tuyo para contarnos en su conjunto otra historia, como un juego de Lego,
con el que provocamos a nuestra imaginación.
Acaso la estructura dramática está compuesta por episodios que tienen como leit motiv
central el de demostrar al público el valor verdadero de ese precio,
los 200 CUC; de ahí escenas con la novia, donde Papote, luego de hacer
una escultura de globos a tamaño natural, bailará con ella hasta
reventarla intentando robarle un beso; la escena de la playa donde
vestido con bañador y armado con una raqueta jugará –en cita a la escena
más reconocida de El gran dictador, donde Adenoid
Hynkel interpretado por Charles Chaplin, juega con el globo terráqueo-.
Esta vez jugará el clown con un gran globo del que cuelga un rótulo con
el precio; o la escena compuesta con luz negra de la pelea contra la
abeja, donde Papote vencerá a la abeja ladrona usando una espada hecha
de un globo tubular, como esas que es posible adquirir casi en cualquier
lugar.
Papote –el personaje- “vive” cada
episodio: el cuerpo entrenado de Ernesto Parra transita por disímiles
situaciones que emplean a fondo su arte, desde la globoflexia más común
de encontrar por ejemplo en parques infantiles –perritos pudles o
flores- pasará a desafiar la imaginación, a provocar múltiples imágenes
mediante la animación de objetos, el uso de la luz negra, la
teatralización exagerada de acciones comunes como sucede en la escena
del entierro de la abeja: el ataúd del insecto es llevado con pomposidad
sobre la carriola de Papote, su ofrenda es justamente la flor que
Papote hasta ahora no quería darle.
Mientras ocurre este gran leit motiv
llevado a cabo por Papote para demostrar al público la valía financiera
de su producto (globos por 200 CUC!!!); otro tendrá lugar para enseñar
también algo al payaso. Un escurridizo globo rojo con forma de corazón
aparece y desaparece desinflándose del escenario. Aquí y allá Papote
intenta alcanzarlo, pero el globo huye. Hasta que el payaso presencia
un acto de amor genuino: el globo con forma de corazón “da vida” a otros
globos que le han maltratado antes, dándoles una lección y a Papote a
su vez, quien entonces decide regalar sus globos. Se trata este último
de un recurso que auto cita el trabajo de Teatro Tuyo, por lo que
propondría al director una búsqueda alternativa, una solución, que
llegando al mismo resultado de demostrar la valía de las relaciones
humanas, transite por una cadena dramática diferente.
La dirección hace énfasis en presentar
una obra donde la catarsis sucede en el personaje principal, aunque
también en el público. De ahí que el diálogo, el intercambio con la
audiencia sea constante, colaborativa. Existe la consciencia de que
estamos en un teatro aunque la escena bien pudiera ser sacada de un
parque de diversiones. Parra hace uso del espacio sobre el escenario,
invade, por así decirlo, la platea, invita a su vez al público a
convertirse en ayudante de la trama –son los soplidos de los asistentes
los que “inflan” el globo-pelota de playa-, se burla de su público,
construye escenas donde el suspenso va en crescendo. En el difícil arte
de actuar y autodirigirse, explora una amplia gama de sensaciones en su
público, desde la risa fácil hasta el humor inteligente lleno de citas
-o auto citas-.
Papote es para esta obra un payaso un
poco cascarrabias, fácil de malhumorar, que pierde la paciencia
rápidamente. Sin embargo, su tierna naturaleza sale a relucir
constantemente: es capaz de sufrir el “pum” de la cabeza de su novia
hecha de globos, de darle “digno” entierro a la abeja, de conmoverse con
la historia del globo con forma de corazón. Al igual que el Papote de Caras blancas, que luego de contender escénicamente con el pequeño payaso, le regala sus zapatones.
A sus pocas semanas de estreno, solo
queda augurarle a Pum muchas más presentaciones, muchas más
oportunidades donde seguir apostando por la humanidad del hombre –y del
niño- a pesar de. Este nuevo trabajo de Ernesto Parra en solitario tiene
la marca del humanismo que distingue a Teatro Tuyo, es uno de esos
trabajos que no deben faltar en la educación sentimental de los niños de
hoy si queremos en este punto de la vida, seguir teniendo fe en el
mejoramiento humano.
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