En el corazón del Vedado, en 23 y G, se
encuentra este sitio que ostenta una calidez familiar. El portal de
este caserón ha sido convertido en una suerte de patio mexicano donde
las mesas colocadas a la sombra de helechos, palmeras y cactus reciben
la brisa de la noche o el benéfico fresco durante las tardes calurosas.
La decoración es como el restaurante mismo: una fusión de estilos; las paredes abarrotadas de las fotos de los visitantes ilustres del Burrito Habanero comparten espacio con cuadros de arte popular que reflejan a los diferentes orishas. Junto a la caja, un mural exhibe los “premios y reconocimientos” del lugar, muy a caballo entre negocio privado y estatal.
La decoración es como el restaurante mismo: una fusión de estilos; las paredes abarrotadas de las fotos de los visitantes ilustres del Burrito Habanero comparten espacio con cuadros de arte popular que reflejan a los diferentes orishas. Junto a la caja, un mural exhibe los “premios y reconocimientos” del lugar, muy a caballo entre negocio privado y estatal.
Sorprende la dedicación de este
restaurante a desandar los poco conocidos caminos de la comida
latinoamericana, con propuestas extraídas de la cocina típica mexicana,
así como de platos colombianos –Bandeja Paisa, Patacón Pisao–
o uruguayos, lo cual habla de una intensa investigación del chef. Los
platos, cuyos precios fluctúan entre los 10 y 200 CUP por persona
aproximadamente, ofrecen dentro de este rango amplias posibilidades para
la satisfacción del comensal dispuesto a intentar sabores diferentes.
Aunque el servicio es aceptable la mayor parte de las veces, resulta
lamentable que en ocasiones no estén disponibles la totalidad de las
ofertas reflejadas en el menú: ora no hay Jugo Natural 5 CUP, ora no tienen sus excelentes Torrejas 10 CUP o la más trágica de todas ocurrida durante mi última visita: ¡no había Tortillas!, la materia prima con que se preparan la mitad de los platos. Como alternativa la mesera me ofreció unos Chilaquiles con lo que se habría duplicado mi cuenta final.
Sin embargo, en momentos donde todo confluye de manera positiva la experiencia en el Burrito
resulta sumamente placentera. Se trata de un lugar ideal para almuerzos
rápidos o encuentros con amigos, aprovechando la celeridad del servicio
–el tiempo de espera es siempre de menos de quince minutos– y la
locación cosmopolita a escasos minutos de múltiples cines y teatros.
Recomiendo especialmente mi favorito de siempre: el Taco de Vegetales Cocidos, Queso y Pasta de Frijoles,
que viene en tres tamaños diferentes: dos unidades, servido con
ensalada. Aunque también están en sus variantes de pollo, cerdo o taco
pastor. Para paliar la ausencia de un ingrediente esencial de la comida
mexicana como es el cilantro, a manera de cortesía estarán siempre las
salsas picantes roja y Verde –tenga usted cuidado si no está
acostumbrado al chile–, además de Guacamole con Cebollas o un delicioso Pico de Gallo, según sea la estación del año.
(Fuente: Cubapaladar )
(Fuente: Cubapaladar )
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