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©Indira R. Ruiz |
De igual manera, en nuestra gastronomía
contamos con un equivalente a esta “bravura”. Hablo de los legendarios
espacios donde se come “a lo macho”, es decir, “a lo cubano”, “a lo
guajiro”, “de manera animal” y toda suerte de metáforas que signifiquen
de forma copiosa.
El restaurante El Pavo es uno de estos lugares mitológicos de la paladaresca cubana, en el cual las referencias, antes que al sabor de la comida, estriban sobre su abundancia. Y no es menos cierto que para los cubanos poder comer en grandes cantidades es algo así como tocar el cielo. Ya reza un conocido refrán de la abuela “el que come bueno y come malo come dos veces”. Así que el cubano rellollo que llegue hasta El Pavo saldrá complacido –primeramente– ante la abundancia que verá desfilar ante sí.
El restaurante El Pavo es uno de estos lugares mitológicos de la paladaresca cubana, en el cual las referencias, antes que al sabor de la comida, estriban sobre su abundancia. Y no es menos cierto que para los cubanos poder comer en grandes cantidades es algo así como tocar el cielo. Ya reza un conocido refrán de la abuela “el que come bueno y come malo come dos veces”. Así que el cubano rellollo que llegue hasta El Pavo saldrá complacido –primeramente– ante la abundancia que verá desfilar ante sí.
Situado a orillas de la Vía Blanca, El Pavo es
un lugar de relativo fácil acceso y, como pudimos constatar durante
nuestra visita en un almuerzo de lunes, se trata de un espacio muy al
gusto de la “gran familia cubana”; uno de esos establecimientos con una
carta múltiple que da igual importancia a la cocina italiana, a los
entrepanes y a la comida criolla. Sus precios promedian los 10 CUC, y si
recordamos que cada plato puede ser ampliamente compartido entre dos o
tres personas, concluiremos que El Pavo es
una opción económica, sin lugar a dudas. La decoración del lugar es
sumamente ecléctica, mitad entre lo pretendidamente chic y un
restaurante de carretera. Varios detalles dentro del salón necesitan
cuidado, como lámparas, manteles, cuadros… pues si el eclecticismo es
una elección, el descuido no.
La paella es un plato muy creativo, con
una receta que, aunque establecida, puede ser alterada según los
productos de temporada. La más recurrida y citada es la paella valenciana que se caracteriza por el uso de productos marinos, aunque pueden hacerse también paella negra –con tinta de calamar–, paella de pollo, paella marinera… De igual manera, la cocción del arroz puede variar para lograr texturas más aglutinadas, ensopadas o sueltas.
El Pavo nos propone dos tipos de paella: La paella criolla 5 CUC que dentro de sus ingredientes no cuenta con mariscos, sino con productos de la tierra exclusivamente; por su parte, la paella “El Pavo” 8 CUC fue la recomendada por nuestro locuaz camarero por tener “pulpo y otros productos del mar”.
La espera de cuarenta y cinco minutos fue paliada ampliamente con nuestros abrebocas: una ración de Maripositas chinas
1 CUC –abundante, como “pa’ machos”– con un relleno simbólico de un
pellizco de jamón envuelto en la masa crujiente de harina. La salsa
acompañante estaba hecha a base de frutas frescas donde dominaba el
dulzor de la piña, aunque al final llegó a saturar el regusto a aceite
del platillo. Por otra parte, las Croquetas criollas 1
CUC –de pescado– resaltaron por la abundante cantidad de masa blanca
utilizada en la preparación. La salsa acompañante fue un kétchup
industrial que no resultó una elección óptima para resaltar el sabor
delicadamente marino de las croquetas.
Finalmente, la paella "El Pavo"
arribó humeante en una fuente coronada por un simpático pero nada
apetecible huevo hervido a manera de fallido ornamento. El arroz estaba
ensopado como una paella marinera y, como atisbo de sabores
mediterráneos, un intenso sabor a mar y aceitunas se hizo persistente en
la boca. Sin embargo, si por el sabor nuestra paella era capaz de
anunciar productos marinos, la realidad es que dentro de la gran
cantidad de delicioso arroz solo fueron cuantiosas las almejas de fuerte
bouquet, seguidas por las aceitunas de sabor intenso y ligeramente
ácido. Tres fragmenticos de cola de langosta que no rebasaban los dos
centímetros de ancho, tres tentáculos de pulpo bebé suaves y de
consistencia gelatinosa; cada cuanto también hallamos un trocito de
jamón ahumado que llenaba la boca con su sabor.... Por otra parte, los
únicos tres camarones encontrados en la fuente fueron cocidos durante
tanto tiempo –y no añadidos posteriormente– que perdieron su textura
óptima y sabor característico.
Si hubiera de definir la paella "El Pavo"
en tres palabras estas serían: abundancia, aceitunas y almejas. Cierto
es que sus sabores intensos delatan la presencia de los productos
marinos que dominan la preparación, no obstante, los mismos fueron
evidentemente añadidos a cuentagotas, con lo que estuvimos destinados a
“pescar” dentro de la fuente. Amén de ello, la visita a El Pavo fue
una experiencia bastante placentera de la que nos gustaría resaltar la
necesidad de cuidar los detalles tanto de la infraestructura del lugar
como de la presentación de los platos.
(Fuente: Cubapaladar )
(Fuente: Cubapaladar )
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